Editorial: Independiente
Prólogo: SMatías Mauricio
Un análisis exhaustivo de la relación amor-odio entre el tango y el rock y un pormenorizado compendio de datos de músicos de “ambos bandos” y su interrelación, que como escribe Matías Mauricio en el prologo, son una misma trama de un fenómeno que es histórico, ideológico, político, económico y cultural; fenómeno que hace a la identidad de este misterioso país del sur.
Y lo que comenzó con una hojeada se convirtió en que me resta leer solo el ultimo capitulo.
Para aquellos que vivimos los orígenes del rock y toda la historia que siguió, este libro es como un volver a recordar hechos musicales de nuestro rock a los que por ser adolescentes, no le habíamos dado la suficiente atención.
Quizás por aquellos de que el tango, en nuestra juventud, era “musica de viejos”.
Pero a medida que fuimos creciendo y los músicos del rock argentino fueron encontrando esa fusión que era de esperar que se produciría sí o sí en algún momento con el folklore y con el tango, fuimos de a poco “abriendo el bocho”.
Y en el que, finalmente todos hemos sucumbido, cuando caimos, cumpliendo con el conocido axioma del maestro Pugliese, cuando dijo:
“No te gusta el tango?....te espero a los cuarenta”
En su dedicatoria, Alejo me escribe:
“Freddy…para tu colección…espero que te guste”,
No solo me gustó....sencillamente…me encantó!!!
Uno de los mejores que leí en estos últimos tiempos.
Para comenzar a zambullirme en este maridaje que propone el libro de Alejo Rodríguez de Fraga, que considero identifica a la canción urbana, voy a comenzar con una provocación situando a aquellos antiguos “enemigos” o “rivales”: el tango y el rock.
Menciono dos anécdotas. La primera sucede en un barco, rumbo a Montevideo. Héctor Stamponi le advierte a Troilo: “¡Mirá quién está ahí!”. “¿Quién es?”, le responde el Gordo. “Billy Cafaro”, dice Chupita. A lo que Troilo responde: “¿Y por qué no lo tiramos al agua?”1.
La segunda es un recuerdo de Ricardo Cohen (Rocambole). Se anunciaba un baile de sábado en el que figuraba Julio Sosa en grandes caracteres, y en pequeños caracteres, Billy Cafaro. “Luego de protagonizar Julio Sosa llega el turno de Billy. Los tangueros estaban esperándolo para destruirlo. Billy interpreta ‘Kriminal Tango’. Lo querían matar, se querían subir al escenario y romperlo todo. Los otros muchachos que estaban más atrás, que habían ido a escuchar a Billy, revolearon una botella contra los tangueros. Al rato, estaban volando mesas, sillas, piñas; era una guerra campal”2.
En estas necesarias páginas se arremolinan, entre otras, la sonoridad melancólica del fueye, la distorsión del Marshall, la voz astral de Luis Alberto Spinetta, la envinada de Roberto Goyeneche, el cachetazo de Charles Baudelaire, líricas que tanto denuncian como enamoran; en fin, el arrabal todo con sus aciertos, sus yerros, su contradicción. Eso sí, vuelto melodía, vuelto palabra. Quizá —en la totalidad de estas páginas— se da aquello que Homero y Virgilio Expósito bellamente han denominado “Cancionística”.
Hoy, en pleno siglo XXI, inmersos en una ciudad desangelada, en medio de una crisis de tramas colectivas de sentido, este libro es un ladrillazo al pecho de los supuestamente doctos en poesía o música, que en su discurso desechan o ignoran el entramado luminoso de la canción popular. Alejo ya soñó con ella, ya dio su zambullida grande, ya sangró al escribir, y en estas pequeñas palabras se lo agradezco.
Ahora queda la tarea del ojo solitario —el suyo— para hacer de este libro ceniza o piedra preciosa.
Bajo un detallado compendio de capítulos envueltos en reflexiones y entrevistas, hay en este libro un esfuerzo por comprender estas prácticas, discursos y sensibilidades, discutiéndolas. Y allí Rodríguez de Fraga viene a deshilvanar estas disputas, a decirnos que estos supuestos opuestos en verdad son una misma trama de un fenómeno que es histórico, ideológico, político, económico y cultural; fenómeno que hace a la identidad de este misterioso país del sur.
Prólogo: SMatías Mauricio
Una persona que no conozco me pide amistad en Facebook.
Como siempre hago, analizo al solicitante para “ver de que se trata”.
Días después de aceptarlo recibo un mensaje privado:
"Hola, Freddy, siempre seguí tus blogs. Acabo de publicar un libro: El abrazo del tango y el rock. Te quiero acercar un ejemplar. Quedó muy bien."
Arreglamos para encontrarnos y recibir el libro.
Alejo me cuenta que es periodista y que actualmente trabaja en una editorial, pero que este libro lo editó en forma independiente, dada la dificultad que existe para los nuevos escritores que una editorial te edite un primer libro y que analizó varias imprentas, hasta que por precio y calidad se decidió por la que lo imprimió.
El libro está muy bien impreso, hoja de buen gramaje y 2 o 3 hojas con fotos a color.
Y el placer de ver que esta página le ha servido de consulta para su escritura.
Comencé a hojearlo, y a decir verdad esta tan bien redactado y tan bien encarados los temas, que no lo pude dejar de seguir leyendo.Como siempre hago, analizo al solicitante para “ver de que se trata”.
Días después de aceptarlo recibo un mensaje privado:
"Hola, Freddy, siempre seguí tus blogs. Acabo de publicar un libro: El abrazo del tango y el rock. Te quiero acercar un ejemplar. Quedó muy bien."
Arreglamos para encontrarnos y recibir el libro.
Alejo me cuenta que es periodista y que actualmente trabaja en una editorial, pero que este libro lo editó en forma independiente, dada la dificultad que existe para los nuevos escritores que una editorial te edite un primer libro y que analizó varias imprentas, hasta que por precio y calidad se decidió por la que lo imprimió.
El libro está muy bien impreso, hoja de buen gramaje y 2 o 3 hojas con fotos a color.
Y el placer de ver que esta página le ha servido de consulta para su escritura.
Un análisis exhaustivo de la relación amor-odio entre el tango y el rock y un pormenorizado compendio de datos de músicos de “ambos bandos” y su interrelación, que como escribe Matías Mauricio en el prologo, son una misma trama de un fenómeno que es histórico, ideológico, político, económico y cultural; fenómeno que hace a la identidad de este misterioso país del sur.
Y lo que comenzó con una hojeada se convirtió en que me resta leer solo el ultimo capitulo.
Para aquellos que vivimos los orígenes del rock y toda la historia que siguió, este libro es como un volver a recordar hechos musicales de nuestro rock a los que por ser adolescentes, no le habíamos dado la suficiente atención.
Quizás por aquellos de que el tango, en nuestra juventud, era “musica de viejos”.
Pero a medida que fuimos creciendo y los músicos del rock argentino fueron encontrando esa fusión que era de esperar que se produciría sí o sí en algún momento con el folklore y con el tango, fuimos de a poco “abriendo el bocho”.
Y en el que, finalmente todos hemos sucumbido, cuando caimos, cumpliendo con el conocido axioma del maestro Pugliese, cuando dijo:
“No te gusta el tango?....te espero a los cuarenta”
En su dedicatoria, Alejo me escribe:
“Freddy…para tu colección…espero que te guste”,
No solo me gustó....sencillamente…me encantó!!!
Uno de los mejores que leí en estos últimos tiempos.
Prólogo de MATIAS MAURICIO |
Tango y rock: irreverencias de un cancionero urbano nacional
Menciono dos anécdotas. La primera sucede en un barco, rumbo a Montevideo. Héctor Stamponi le advierte a Troilo: “¡Mirá quién está ahí!”. “¿Quién es?”, le responde el Gordo. “Billy Cafaro”, dice Chupita. A lo que Troilo responde: “¿Y por qué no lo tiramos al agua?”1.
La segunda es un recuerdo de Ricardo Cohen (Rocambole). Se anunciaba un baile de sábado en el que figuraba Julio Sosa en grandes caracteres, y en pequeños caracteres, Billy Cafaro. “Luego de protagonizar Julio Sosa llega el turno de Billy. Los tangueros estaban esperándolo para destruirlo. Billy interpreta ‘Kriminal Tango’. Lo querían matar, se querían subir al escenario y romperlo todo. Los otros muchachos que estaban más atrás, que habían ido a escuchar a Billy, revolearon una botella contra los tangueros. Al rato, estaban volando mesas, sillas, piñas; era una guerra campal”2.
En estas necesarias páginas se arremolinan, entre otras, la sonoridad melancólica del fueye, la distorsión del Marshall, la voz astral de Luis Alberto Spinetta, la envinada de Roberto Goyeneche, el cachetazo de Charles Baudelaire, líricas que tanto denuncian como enamoran; en fin, el arrabal todo con sus aciertos, sus yerros, su contradicción. Eso sí, vuelto melodía, vuelto palabra. Quizá —en la totalidad de estas páginas— se da aquello que Homero y Virgilio Expósito bellamente han denominado “Cancionística”.
Hoy, en pleno siglo XXI, inmersos en una ciudad desangelada, en medio de una crisis de tramas colectivas de sentido, este libro es un ladrillazo al pecho de los supuestamente doctos en poesía o música, que en su discurso desechan o ignoran el entramado luminoso de la canción popular. Alejo ya soñó con ella, ya dio su zambullida grande, ya sangró al escribir, y en estas pequeñas palabras se lo agradezco.
Ahora queda la tarea del ojo solitario —el suyo— para hacer de este libro ceniza o piedra preciosa.
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