Editorial: Torrelodones (Madrid)
Prólogo: Miguel Grinberg
2da. Edición: 2018
Editorial: Autoría Literaria
Prólogo: Miguel Grinberg
Miguel regresó de su gira y estadía en España en octubre, con un nuevo libro de poesía bajo el brazo.
Se trata de la colección de poemas "Poesía Cardinal", con prólogo de Miguel Grimberg y diseños de Irene Singer.
EL PRÓLOGO
“Que la verdad sea la fragancia del alma,
y no la agitación del mundo.”. RUMI
Prólogo: Miguel Grinberg
2da. Edición: 2018
Editorial: Autoría Literaria
Prólogo: Miguel Grinberg
Miguel regresó de su gira y estadía en España en octubre, con un nuevo libro de poesía bajo el brazo.
Se trata de la colección de poemas "Poesía Cardinal", con prólogo de Miguel Grimberg y diseños de Irene Singer.
EL PRÓLOGO
MIGUEL CANTILO: UN VIAJERO INFINITO
“Que la verdad sea la fragancia del alma,
y no la agitación del mundo.”. RUMI
La lectura de este libro es un privilegio, un regalo que la existencia nos concede generosamente.
Pleno de madurez vivencial, a ratos elegíaco, por momentos testimonial, pero siempre humano, titánicamente humano.
Expone paso a paso un peregrinaje hacia el centro que es la Luz, a la vez un trayecto íntimo y universal. Múltiples estaciones de la percepción sensual de Miguel Cantilo, que con palabras exactas confiesa sus intenciones:
Sorprende a quien lo lee con aureolas que vibran lejos de toda impostación. Oscila entre la experiencia cósmica y las fragancias del barrio de la infancia, donde una sociedad petrificada coexiste con atisbos de éxtasis. Inexorable.
Pongan a un lado la imagen establecida del trovador porque página tras página del poeta emanan fulgores épicos como serpentinas milenarias. Esta obra puede abrirse en cualquier ángulo: todos sus resquicios resplandecen. Y cuando esto ocurre se enhebran misterios ilimitados.
En Pipas, leemos:
Bajé a la Alhambra, al Generalife
y me extasié con tanta perfección
fue tan sutil, tan fina la energía
que me asomé a un mundo superior.
En aquel sitio la civilización
realmente ennobleció la humana condición
yo me fumé la pipa de la fe
y allí volví a creer en lo que puedo ser
Sepamos que Jalaludín Rumi – poeta persa del siglo XII– proclamó:
"En el comienzo, eras arcilla. A partir del mineral, te volviste vegetal. Del vegetal, pasaste a ser animal, y luego hombre.
Durante estos ciclos, el hombre no sabía para dónde iba pero, no obstante, estaba siendo llevado a un largo viaje.
Y todavía tienes una centena de mundos diferentes por alcanzar. A la vez, existen mil formas de la mente."
Esto implica netamente que la consciencia individual, como recorrido a través del funcionamiento interno de la mente –humana y universal– recién está comenzando. Cantilo lo sabe y no se intimida en sus incursiones a continentes lejanos, culturas distintas y ciudades históricas. Redescubre sin cesar el planeta, y expone generosamente sus hallazgos.
Uno de ellos tiene lugar en el Museo de Van Gogh.
Y en su poema ¡Vincent! leemos:
Las pinceladas de Van Gogh
me atravesaron el alma
como filosas hojas de pincel
como respiraciones agitadas
produjeron injertos de pasión
sobre mi crispada sensibilidad.
No pensé que sobre un lienzo
pudiera desahogarse tanta vida.
Hasta no estar a un metro de sus obras
no comprendí su juego.
Porque se sabe que su colorido
sus fuegos de artificio impresionistas
pueden movilizarnos hasta en fotos
pero el trazo, la puñalada mínima
de cada pincelada
sólo hiere de cerca hasta cortar aliento
desde la chorreadura
el moco al óleo
el relieve de desesperación.
La sensibilidad indómita de Cantilo traduce sin cesar una cartografía del alma humana desplegada lejos del turista y cerca del peregrino.
Comparte naturalmente soplos y trascendencias que vibran en templos centenarios donde el ser y el tiempo revelan fragilidades, secretos y temblores ancestrales. Y confesiones deslumbrantes:
Y yo que ya no profeso la fe romana
pero estoy atento al soplo trascendental
me siento en la soledad del templo vacío
y a veces
percibo que la energía baja de un rayo
como fruto de un anhelo de perfección
y agradezco estar entonces donde me encuentro
si logro parar el tiempo
cuidar mi respiración.
Con el adjetivo cardinal en el título, Cantilo alude a todo aquello que le ha resultado esencial o primordial en un extenso recorrido geográfico colmado de afectos y descubrimientos. Nostalgias o evocaciones.
Sea en Nueva York, Japón, Israel o Turquía, comparte precisiones infinitas donde “lee” con los ojos de Eros todo lo que merece ser amado en este mundo que nos ha tocado, sin desanimarse cuando se halla –por ejemplo– frente a la Cancillería de Hitler en Berlín, con todo el espanto implícito en tal escena. Y así en infinitos lugares de dolor o placer, ya sean místicos o carnales los impulsos detonados. Hasta llegar a un punto crucial y definitivo, profético:
Ya no sólo es el clima,
el hambre, el desempleo,
es que se viene encima
algo mucho más feo
No quiero describirlo
se cae de maduro
es fácil intuirlo
entrever en lo oscuro.
Henos aquí pues, en la realidad candente de Miguel Cantilo.
No desconocemos la misión del artista en su sociedad: es una “antena” que anticipa mundos en gestación. La vida es una doble danza de agonía y renacimiento.
Lo vemos en el mundo humano, animal, vegetal, mineral y estelar. En las familias y los países. Todo es energía fluctuante, en estado sólido, líquido, gaseoso, psíquico o astral.
Es yin y yang entrelazados en el Tao. Es luz y oscuridad abrazadas en una danza eterna. No hay nada en el universo que podamos llamar oscuridad.
Se trata apenas del límite visual de nuestras retinas humanas. Hay animales y aves que “ven” a través de lo que consideramos tiniebla. La oscuridad es un fenómeno mental, igual que la ignorancia.
Y donde no hay visión, los hombres tropiezan.
Poesía Cardinal es un fruto único que le debemos a un artista visionario.
Sepamos disfrutarlo.....y valorarlo…
Miguel Grinberg
Pleno de madurez vivencial, a ratos elegíaco, por momentos testimonial, pero siempre humano, titánicamente humano.
Expone paso a paso un peregrinaje hacia el centro que es la Luz, a la vez un trayecto íntimo y universal. Múltiples estaciones de la percepción sensual de Miguel Cantilo, que con palabras exactas confiesa sus intenciones:
Debo nacer y morir
una y diez mil veces más
dentro del mismo vivir
se oculta la eternidad.
una y diez mil veces más
dentro del mismo vivir
se oculta la eternidad.
Sorprende a quien lo lee con aureolas que vibran lejos de toda impostación. Oscila entre la experiencia cósmica y las fragancias del barrio de la infancia, donde una sociedad petrificada coexiste con atisbos de éxtasis. Inexorable.
Pongan a un lado la imagen establecida del trovador porque página tras página del poeta emanan fulgores épicos como serpentinas milenarias. Esta obra puede abrirse en cualquier ángulo: todos sus resquicios resplandecen. Y cuando esto ocurre se enhebran misterios ilimitados.
En Pipas, leemos:
Bajé a la Alhambra, al Generalife
y me extasié con tanta perfección
fue tan sutil, tan fina la energía
que me asomé a un mundo superior.
En aquel sitio la civilización
realmente ennobleció la humana condición
yo me fumé la pipa de la fe
y allí volví a creer en lo que puedo ser
Sepamos que Jalaludín Rumi – poeta persa del siglo XII– proclamó:
"En el comienzo, eras arcilla. A partir del mineral, te volviste vegetal. Del vegetal, pasaste a ser animal, y luego hombre.
Durante estos ciclos, el hombre no sabía para dónde iba pero, no obstante, estaba siendo llevado a un largo viaje.
Y todavía tienes una centena de mundos diferentes por alcanzar. A la vez, existen mil formas de la mente."
Esto implica netamente que la consciencia individual, como recorrido a través del funcionamiento interno de la mente –humana y universal– recién está comenzando. Cantilo lo sabe y no se intimida en sus incursiones a continentes lejanos, culturas distintas y ciudades históricas. Redescubre sin cesar el planeta, y expone generosamente sus hallazgos.
Uno de ellos tiene lugar en el Museo de Van Gogh.
Y en su poema ¡Vincent! leemos:
Las pinceladas de Van Gogh
me atravesaron el alma
como filosas hojas de pincel
como respiraciones agitadas
produjeron injertos de pasión
sobre mi crispada sensibilidad.
No pensé que sobre un lienzo
pudiera desahogarse tanta vida.
Hasta no estar a un metro de sus obras
no comprendí su juego.
Porque se sabe que su colorido
sus fuegos de artificio impresionistas
pueden movilizarnos hasta en fotos
pero el trazo, la puñalada mínima
de cada pincelada
sólo hiere de cerca hasta cortar aliento
desde la chorreadura
el moco al óleo
el relieve de desesperación.
La sensibilidad indómita de Cantilo traduce sin cesar una cartografía del alma humana desplegada lejos del turista y cerca del peregrino.
Comparte naturalmente soplos y trascendencias que vibran en templos centenarios donde el ser y el tiempo revelan fragilidades, secretos y temblores ancestrales. Y confesiones deslumbrantes:
Y yo que ya no profeso la fe romana
pero estoy atento al soplo trascendental
me siento en la soledad del templo vacío
y a veces
percibo que la energía baja de un rayo
como fruto de un anhelo de perfección
y agradezco estar entonces donde me encuentro
si logro parar el tiempo
cuidar mi respiración.
Con el adjetivo cardinal en el título, Cantilo alude a todo aquello que le ha resultado esencial o primordial en un extenso recorrido geográfico colmado de afectos y descubrimientos. Nostalgias o evocaciones.
Sea en Nueva York, Japón, Israel o Turquía, comparte precisiones infinitas donde “lee” con los ojos de Eros todo lo que merece ser amado en este mundo que nos ha tocado, sin desanimarse cuando se halla –por ejemplo– frente a la Cancillería de Hitler en Berlín, con todo el espanto implícito en tal escena. Y así en infinitos lugares de dolor o placer, ya sean místicos o carnales los impulsos detonados. Hasta llegar a un punto crucial y definitivo, profético:
Ya no sólo es el clima,
el hambre, el desempleo,
es que se viene encima
algo mucho más feo
No quiero describirlo
se cae de maduro
es fácil intuirlo
entrever en lo oscuro.
Henos aquí pues, en la realidad candente de Miguel Cantilo.
No desconocemos la misión del artista en su sociedad: es una “antena” que anticipa mundos en gestación. La vida es una doble danza de agonía y renacimiento.
Lo vemos en el mundo humano, animal, vegetal, mineral y estelar. En las familias y los países. Todo es energía fluctuante, en estado sólido, líquido, gaseoso, psíquico o astral.
Es yin y yang entrelazados en el Tao. Es luz y oscuridad abrazadas en una danza eterna. No hay nada en el universo que podamos llamar oscuridad.
Se trata apenas del límite visual de nuestras retinas humanas. Hay animales y aves que “ven” a través de lo que consideramos tiniebla. La oscuridad es un fenómeno mental, igual que la ignorancia.
Y donde no hay visión, los hombres tropiezan.
Poesía Cardinal es un fruto único que le debemos a un artista visionario.
Sepamos disfrutarlo.....y valorarlo…
Miguel Grinberg
El último libro de Miguel Cantilo es un viaje. O, mejor dicho, son muchos viajes.
Poesía cardinal nos lleva a recorrer el mundo de la mano de uno de los artistas más importantes de nuestro país.
Nos lleva a recorrerlo de dos formas: en lo externo, a partir de las descripciones de muchas de las ciudades más bellas del planeta; y desde lo interno, o sea, la mirada fina, atenta y detallista de su autor.
Como dice Miguel Grinberg en el prólogo, la lectura de
este texto "es un privilegio, un regalo que la existencia nos concede
generosamente (…). Es un fruto único que le debemos a un artista
visionario".
Miguel refiere al "Norte" para analizar la vida
en Nueva York; y al "Sur", donde habla de estos lados e incluso
recuerda el barrio que lo vio crecer. "Volver, volver a revolver las
calles en que crecí. Volver a ver, revolver el ser, memoria de haber
sido", relata en la poesía Volver al barrio.
También se enfoca en "Occidente", para pasar
por Francia, España, Suecia, Alemania e Inglaterra; y en "Oriente",
donde se dedica a hablar de Japón, Turquía e Israel. Por último, nos lleva al
"Centro", lugar en el que se destacan los tributos que le hace a
varias personalidades.
La poesía dedicada a Luis Alberto Spinetta es, sin dudas,
uno de los puntos altos del libro.
Llamada "El Flaco no se va", comienza así: "El Flaco no se va, está de vacaciones con razón, después de tantos años de palear montañas de belleza carradas de diamantes en canción".
Llamada "El Flaco no se va", comienza así: "El Flaco no se va, está de vacaciones con razón, después de tantos años de palear montañas de belleza carradas de diamantes en canción".
Sobre el final retoma "Plegaria para un niño
dormido", una de las canciones más bellas del ex Almendra, al decir:
"El Flaco no se va, nos estará esperando en el lugar en que el niño
dormido está con él y un día llegaremos en una bicicleta de cristal".
Respecto al texto, el autor sostuvo que "se trata de
un libro de poemas itinerantes que se traslada de un punto cardinal a otro
hasta encontrar un quinto, central, desde donde surgen íntimas reflexiones,
homenajes, evocaciones, intuiciones, lirismo y convicciones".
"También lleva ilustraciones de Irene Singer,
especialista en la materia, quien se ha compenetrado del latido poético que
inspira los textos, y un prólogo de Miguel Grinberg, lo cual significa mucho
para alguien que -como yo- admira y ha admirado durante décadas la trayectoria
y conducta de un ejemplo irrepetible como el suyo", agregó.
"Se publicó en España hace un año, y ahora llega a
su edición local a través de la Editorial Autoría, lo cual me alegra
inmensamente porque será un testimonio de lo que experimenta un viajero y trae,
para compartir, a su tierra natal", concluyó Cantilo.
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