JUAN IGNACIO PROVENDOLA
1ra. Edición: 2015
Editorial: Eudeba
Prólogo: Juan Ignacio Provendola
A través de innumerables testimonios y un fuerte trabajo de archivo realizado por el autor, Rockpolitik bucea en una historia de contraste y tensión: la relación que fueron tejiendo el rock y el poder político durante medio siglo, a través de sus acercamientos y contradicciones. Son relatos de desencuentros, encandilamientos, asociaciones y rupturas.
A su vez, y a modo de anexos, Rockpolitik incluye una gran cantidad de declaraciones exclusivas a cargo de los músicos más importantes de la historia. Y también un hallazgo: los informes de inteligencia generados por la Policía Bonaerense sobre el rock nacional a lo largo de cuatro décadas. Allí se podrán conocer en detalle, entre otras, las características de los grupos de rock y sus seguidores.
El llamado rock nacional se inició en 1966 como expresión marginal y contracultural y, en ese entonces, nadie imaginaba que medio siglo más tarde sonaría en actos de campaña y en jingles proselitistas. Que desfilaría por los pasillos de la Casa Rosada y que sería bailado por presidentes y gobernadores.
Promediando la década del 60, el rock se propaga en Argentina y siembra sobre un terreno virgen en el que convergen jóvenes que no se sentían interpelados por la prédica política. El escenario cambió en los 70, cuando se inicia un vertiginoso camino de acercamientos y repulsiones.
La última dictadura marca uno de los capítulos más polémicos y revulsivos del libro, a través de una serie de episodios polémicos que dominarían la relación del rock y la política en ese entonces. Uno de ellos es el discutido festival por Malvinas, descripto de manera exhaustiva y pormenorizada.
A partir de 1983 se abren distintas etapas. Con Alfonsín en el gobierno, el rock busca participar activamente de la vida democrática, aunque procurando una posición propia que no siempre logra sostener. La campaña que consagra a Carlos Menem muestra a los principales artistas del rock al servicio de actos de campaña y giras proselitistas. Sin embargo, su presidencia generó, entre otras cosas, los primeros focos de resistencia política del rock desde la vuelta de la democracia.
Este proceso se agudiza con la crisis de 2001 y, particularmente, con Cromañón, que sienta al rock en el banquillo y pone en discusión su autoridad moral como fuerza contracultural.
En simultáneo, el rock comienza a intervenir en política de manera activa, incluso con varias experiencias de carácter militante-partidaria.
Lejos parecen quedar los tiempos en los que el rock veía al poder como la máxima expresión de su enemigo fundamental: el sistema.
Lejos parecen quedar los tiempos en los que el rock veía al poder como la máxima expresión de su enemigo fundamental: el sistema.
Ya en el siglo XXI, el rock nacional parece haber readecuado sus proclamas dentro de las lógicas de la política convencional. Algo que algunos verán como el proceso de una evolución madurativa, y otros como la abdicación a las aspiraciones contraculturales que fueron su razón de ser fundacional.
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