RUBEN RADA - FERNANDO PELAEZ
1ra. Edición: 2014
Editorial: Aguilar - Ediciones Olimpica
Prólogo: Litto Nebbia
En las 270 páginas de Rada, la publicación de tapa dura y
fotografías a blanco y negro que Alfaguara pone a disposición de los lectores,
el icónico músico uruguayo revela jugosos detalles de su carrera musical, de
forma cronológica, en primera persona y con el buen sentido del humor que lo
caracteriza.
Pero no lo hace solo: en el relato se entremezclan otras
voces conocidas. Hugo Fattoruso, Litto Nebbia, Eduardo Useta, Urbano Moraes y
Andrés Arnicho participan en la reconstrucción de época y en los detalles
anecdóticos, aunque no son los únicos.
Rada dedica el libro a su esposa Patricia Jodara.
"En estos últimos treinta años y no sé cuántos discos, siempre me acompañó
una gran mujer. Dicen que detrás de una gran mujer siempre hay un gran hombre.
Eso es lo que hizo Patricia conmigo: transformarme en un gran tipo, además me
ayudó a crecer como artista". Y hace referencia a sus hijos Lucila, Matías
y Julieta: "sin ellos, ni a la esquina, los amo".
Sin embargo las páginas, atravesadas inevitablemente por
sucesos personales, se centran sobre todo en su trayecto musical a lo largo de
los años, casi en formato documental para cine o televisión. Peláez presenta la
escena y el contexto y da pie a Rada que se adueña del relato. El cuadro por
momentos se abre para incorporar la opinión de terceros.
El primer capítulo es un viaje hacia el pasado: "Ese
día cumplía siete años y no llegaba a comprender cabalmente la razón de tanto
revuelo. Su hermano mayor, su mamá, su tía y vecinos de la vuelta discutían por
esa bendita radio, grandota y fea, que era casi imposible de escuchar".
El artista inmortaliza detalles de su niñez vivida en la
pobreza económica. Nació en la calle Tacuarembó esquina Isla de Flores y al
poco tiempo se mudó al Parque Batlle. "Mi sueño era ser jugador de
fútbol", confiesa. Y lanza frases conmovedoras como: "la vieja es
grandiosa" (refiriéndose a su madre Carmen María) y se ensombrece al
referirse a su padre Raúl.
"La música se instaló en mi vida con la radio",
explica en la página 26 dándole valor extra a las primeras líneas reseñadas.
No todos saben que Rada se las rebuscó antes de dedicarse
a la música "plumereando" todas las mañanas las butacas del cine
Premier, que estaba ubicado en Larrañaga y Avenida Italia o que trabajó como
mensajero en la oficina del Telégrafo que estaba en las calles 14 de Julio y
Rivera y que fue durante ese período que inventó "los telegramas
cantados". "Iba a la casa del tipo y se lo cantaba haciendo el ritmo
arriba de una mesa o con las palmas. La fama corrió rápido y algunos pedían
telegramas por gusto para que yo fuera a cantar", comenta en el libro.
Su paso por Los Hotblowers, Totem, Opa, El Kinto, su
vínculo con Los Shakers, el candombe y las distintas etapas de su carrera
solista, incluida su incursión en el rubro infantil gracias a Horacio
Buscaglia, son capítulos imperdibles. "Con Opa, Hugo no me dejaba cantar
Malísimo, la quería cantar él y chau. Había quedado tan colgado con el tema,
que lo quería hacer a su manera y no me la dejaba cantar. Su versión era
insuperable, pero después de Opa me pude sacar las ganas de hacer una versión
más rockera, porque era tan raro lo que hacía el Hugo en Opa que no se puede
creer. La letra de Malísimo trata de la omnipotencia frente a una mujer",
agrega.
Sobre el final, el creador de Las Manzanas desliza que no
es adinerado: "Lo que tengo es trabajo". Y que su mayor riqueza es la
familia y "los que siempre están". "El trabajo que tengo se basa
en que conquisté un montón de cosas".
Todo eso que narra con detalle en
este libro.